Cooperación, no confrontación: Un llamado a Trump y a ambos gobiernos

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En un contexto global cada vez más desafiante, la relación entre México y Estados Unidos debería cimentarse en la cooperación y el respeto mutuo, no en la confrontación ni en discursos incendiarios que solo exacerban los problemas compartidos. Recientemente, el expresidente Donald Trump ha retomado su retórica agresiva contra México, acusándolo de ser responsable del narcotráfico y la crisis migratoria, mientras omite las graves fallas del propio gobierno estadounidense en estos mismos temas. Este discurso, lejos de solucionar los problemas, crea divisiones innecesarias y pone en riesgo la estabilidad económica y diplomática de ambos países.

Estados Unidos: El problema no está solo en México

Estados Unidos ha sido el epicentro de la crisis de opioides, no solo por el narcotráfico, sino por la prescripción indiscriminada de opioides sintéticos aprobados por la FDA y promovidos por farmacéuticas como Purdue Pharma. Esta crisis ha costado cientos de miles de vidas, y aunque se han tomado algunas medidas legales, el problema sigue creciendo con la proliferación del fentanilo en las calles.

Más allá del consumo, el lavado de dinero generado por el narcotráfico sigue sin ser combatido con la seriedad necesaria. Los bancos estadounidenses han sido señalados en múltiples ocasiones por facilitar estas operaciones, pero las sanciones han sido mínimas. Adicionalmente, la venta de armas sin regulación efectiva ha permitido que los cárteles mexicanos adquieran armamento de alto poder, lo que agrava la violencia en ambos lados de la frontera.

Si Trump y otros líderes realmente desean combatir el narcotráfico, deben comenzar por aplicar medidas internas más estrictas: reforzar la seguridad en puertos y aeropuertos, combatir el lavado de dinero con mayor firmeza y regular la venta de armas para evitar que lleguen a grupos criminales en México.

México: Compromiso con la seguridad y la soberanía

El gobierno mexicano también ha tomado acciones importantes, como la incautación de drogas y la detención de miembros de organizaciones criminales. Sin embargo, la lucha contra el narcotráfico no puede recaer únicamente en México. Es necesario fortalecer la cooperación binacional, pero con respeto a la soberanía, sin presiones unilaterales ni amenazas económicas como la imposición de aranceles.

La seguridad también implica atender las causas profundas del narcotráfico, como la falta de oportunidades y la desatención a los jóvenes vulnerables. México ha promovido campañas para evitar el consumo de drogas y fortalecer la educación, pero se requiere un esfuerzo conjunto con Estados Unidos para lograr un impacto real.

Trump: La confrontación no es la solución

Al expresidente Trump le ha resultado políticamente rentable atacar a México, presentándolo como la causa de los problemas de EE.UU. Sin embargo, esta narrativa es simplista y peligrosa. La seguridad y la economía de ambos países están intrínsecamente ligadas. Un ataque unilateral a México no solo daña la relación diplomática, sino que también pone en riesgo el comercio bilateral y la estabilidad regional.

Si Trump aspira nuevamente a la presidencia, debería reflexionar sobre cómo construir una relación de mutuo beneficio en lugar de insistir en una retórica divisionista. En lugar de amenazas y acusaciones, el camino correcto es establecer una mesa de diálogo donde ambos países trabajen de manera coordinada en materia de seguridad, regulación financiera y control de armas.

Cooperación, no subordinación

El mensaje de la presidenta de México es claro: México está dispuesto a trabajar en conjunto con Estados Unidos, pero sin aceptar imposiciones ni señalamientos unilaterales. La seguridad es una responsabilidad compartida, y ambos países deben asumir su parte.

Si Trump, Biden o cualquier otro líder estadounidense quiere frenar el narcotráfico, debe dejar de ver a México como un chivo expiatorio y enfocarse en soluciones reales dentro de su propio territorio. La única manera de avanzar es con respeto, diálogo y cooperación genuina.

Nada por la fuerza; todo por la razón y el derecho.