COSAS CURIOSAS DEL PUEBLO
por Miguel Mendez, fuente: https://mytierraadentro.com/
LOS ESQUINEROS: Una vieja y arraigada costumbre en los pueblos de Sonora es que los hombres del pueblo se reúnan en ciertos lugares a platicar y ver pasar el tiempo. Digo de Sonora porque en otros pueblos de otros estados, la costumbre es reunirse en la plaza del poblado. Pero en Pitiquito fue en las esquinas, en ciertas esquinas, porque no cualquier esquina reúne los requisitos para ello. En el Pitiquito de hoy es una costumbre en vías de desaparición, es decir, ya no es tan frecuente. Pero en mis tiempos si.
Los hombres de cierta edad, de cuarenta pa arriba, en especial los muy adultos, se reunían en las esquinas a platicar, de preferencia en la tarde – noche una vez que recalaban de sus quehaceres diarios de los campos y los ranchos y después de haber cenado, pues se cenaba temprano, a las 6 ò 7 de la tarde.
Era una sana costumbre. De qué platicaban no sé, porque a los niños y jóvenes nos estaba vedado acompañarlos, eran adultos y me imagino se ponían al día de los chismes y de lo que pasaba en el pueblo y recordaban viejas anécdotas y aventuras. Se oían las carcajadas y se veían los cigarros encendidos y el humo de los mismos. No eran huevones como muchos piensan, eran personas trabajadoras todos, muy trabajadores.
Como estaban muchas horas ahí sentados, se daban cuenta de todo lo que acontecía alrededor de su punto de observación y sabían quién pasaba o quien llegaba o si andaba algún carro extraño en el pueblo.
Los esquineros eran un buen punto de referencia. Si andabas buscando a alguien lo más certero era preguntarles a los de la esquina “¿Oigan, no han visto pasar a fulano?” “¿Hace mucho que pasó?” etc.
Había esquinas mejores que otras, por su ubicación y por su concurrencia. Y creo que también por la comodidad. Una esquina cómoda debía cuando menos tener una banqueta amplia donde sentarse, y si era alta, es decir de unos dos o tres escalones mejor; estar en un punto concurrido donde pasara gente a pie o en carro, o estar fuera de algún changarro al que iba la gente a comprar.
Yo recuerdo la Esquina del Molino, a la que iba mi papá, estaba céntrica y con mucho tráfico. Ahí recuerdo sentado además de mi papá a Pancho Ortega, el Secre Trujillo, el Paye Espinoza, el Chinito Lizárraga, Matías Velázquez, Alfonso Gastélum, José Luis Celaya y el Negrito Celaya cuando no estaban atendiendo sus cantinas.
La Esquina del Prieto Estrella, ahí se juntaban los del barrio, Pedro Méndez, Luis Cañez, el Patito Ortega, Neto Mazón, Tiburcio Montaño, el Tabila Lizárraga, Manuel Carrasco y a veces Don Manuel Gamboa.
La Esquina de los Mazón que era afuera de la tienda de los Hermanos Mazón, Carlos, Luis y Polo. Ahí podías encontrar a Renan Aguilar, Luis Méndez, Ramón Lizárraga, Matías Velazquez, Octavio Celaya, Enrique Vidal, Fay Méndez, Laurencio Reyna.
La Esquina de Los Monreal, que era en donde estaba la tienda de los Hermanos Monreal, Manuel, Pancho y Homero. De esa esquina no recuerdo muy bien quienes eran los asiduos, pero sin duda algunos de los ya mencionados en las otras.
La Esquina de La Mision, que es en donde hoy esta el parquecito de Don Alfredo. A esa iba mi abuelo Miguel Méndez Lizarraga, ya muy adulto y algunos de Zaragoza.
Había otras sin duda pero no están en mi radar en estos momentos.
Las reuniones eran diario y se terminaban por ahí de las 10 de la noche o un poco antes dependiendo del clima. Nunca y lo juro, los vi tomando cerveza o algún licor. Para eso estaban las cantinas. Las esquinas eran para platicar y pasar el rato. No había televisión y no a todos les gustaba el cine. Sólo había radio, y en la noche ya casi no sintonizabas nada salvo que tuvieras un radio de onda corta (Luego les cuento los programas que oía en Pitiquito, de la XEW de México).
Era común que alguno de los esquineros trajera alguna vara larga y con ella dibujaba en la tierra mientras platicaban. Las calles no estaban pavimentadas, asi es que en la tierra, dibujaban y escribían y sacaban cuentas. Y si no era con una vara lo hacían con el dedo.
Cuando mi papá fue Presidente Municipal y Faustino Félix Gobernador (Faustino era de Pitiquito) se inició con la pavimentación de las primeras calles en el pueblo. La calle Zaragoza, la Hidalgo y la Principal. Fue una hermosa obra hecha con todas las de la ley pues se introdujo al mismo tiempo antes de echar el pavimento la red de drenaje.
Cuando la obra estuvo terminada, en una visita de mi papa al Gobernador, en palacio en Hermosillo, ya cuando iba de salida, le dijo Faustino, “Esperate Miguel” y levantándose fue a su escritorio y saco una caja y se la entregó. “Toma – le dijo—llévasela a la bola de esquineros del pueblo” “Y qué es esto” — le dijo mi papa, “Es una caja de gises pa que puedan escribir en el pavimento” le dijo Faustino soltando la carcajada, “Estos cabrones han de estar mentandome la madre porque ya no pueden dibujar en la tierra, jajajajajaja” Y sí.
EL TOQUE DE QUEDA: No sé quién lo inició ni en qué fechas, pero el caso es que a mi si me tocó “El Toque de queda”. Obvio, ahora lo llamo así, en aquel entonces no sabía ni qué era eso, pero eso era en realidad: un Toque de Queda para la chamacada del pueblo.
A las 9 de la noche en punto la única patrulla del pueblo recorría las principales calles con la sirena encendida a todo volumen, con los únicos tres policías que había, a bordo.
Era la señal para que TODOS LOS CHAMACOS Y JOVENCITOS, nos metiéramos a nuestras casas. No había razón para que después de esa hora anduviéramos en las calles. De niño, de 8, 9 años, hacías caso y salías corriendo a tu casa a acostarte. Pero ya mas grandecito de 12, 13 años años nos preparábamos para divertirnos un rato a costa de los polícias.
El comandante Chu García, y los policías Chito López y Chico García recorrían el pueblo con la sirena encendida y nosotros los “toreábamos”. Nos escondíamos en algún lugar y cuando la patrulla venía cerca, alguno de la bola saltaba y cruzaba la calle corriendo. Si teníamos suerte, la patrulla se paraba y bajaban los polícias a corretearnos con unas varas de mora o un fuete en la mano. Éramos unos ocho ó diez chamacos corriendo en todas direcciones y pasándoles por enfrente. Ellos nos correteaban una cuadra, nunca nos alcanzaban, se regresaban a la patrulla y seguían con el recorrido. Cuando terminaban el recorrido a la entrada del pueblo, apagaban la sirena y se regresaban en silencio a “cazar chamacos” y darles unos varejonazos para que se fueran a acostar a sus casas y no anduvieran vagando.
Me tocó ser testigo y ver compañeros a los que les dejaban las varas pintadas en las piernas, en los muslos o en la espalda, y llorando y gritando del dolor.
Sanisima costumbre, y acertada decisión no se de quien, que duró muchísimos años, hasta los 70s. Hoy los polícias hubieran sido demandados por los padres y acusados en derechos Humanos y estarían en la cárcel.
No se de otro pueblo en el que se hiciera algo similar. Debe haberlos, pero no conozco casos.
En unos días continúo con otras cosas curiosas de Pitiquito de los 60s, 70s.
Gracias por su interés.
Cosas curiosas del pueblo Capitulo 2