¿De qué manera y para qué emiten su potente sonido las cigarras (chicharras)?

Durante el verano, las horas centrales del día en el campo tienen su propia banda sonora: el sonido de las cigarras. Incluso en las arboledas urbanas (parques, jardines, calles y plazas), ocultos en las ramas altas de los árboles, estos grandes insectos aprovechan el subidón de las temperaturas para hacer sonar machaconamente la verdadera canción del verano.

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 Sin embargo, a pesar de que algunos ejemplares pueden llegar a superar los seis centímetros de longitud (las moscas más comunes apenas alcanzan medio centímetro), es casi imposible llegar a verlas.

 En condiciones favorables, los sonidos de estos insectos pueden transmitirse a más de un kilómetro de distancia

 En primer lugar porque, al percatarse de nuestra presencia, dejan automáticamente de cantar; y en segundo porque, gracias a sus tonos de camuflaje, prácticamente idénticos a los de las ramas y el tronco del árbol (como se ve en la foto que nos acompaña), al enmudecer se hacen invisibles. Ya la podemos tener a menos de un palmo: si la cigarra no se mueve, va a resultar muy difícil localizarla

 Pero, además de su gigantesco tamaño y su mimética librea, la cigarra común (cuyo nombre científico es 'Cicada orni') es famosa por su característico y para muchos irritante sonido, que no canto. Porque las cigarras, como los grillos, no cantan: estridulan, y al igual que ocurre con sus parientes de la noche, solo lo hacen los machos.

Y no lo hacen con la boca, sino gracias a unos sacos de aire situados en el abdomen que inflan y desinflan a través de unas membranas al que los entomólogos denominan timbales. Y sí, es cierto: la potencia y la intermitencia de ese característico rechinar, que para algunas personas puede llegar a resultar ciertamente molesto, se acelera con el aumento de las temperaturas. Por eso nos parece que las cigarras suenan con mayor intensidad durante las olas de calor y en las horas centrales del día.

Pero ese constante estridular es en realidad un aviso de la naturaleza. Un reclamo como el de los pájaros o las ranas que tiene ligeros matices, unos cambios que pasan desapercibidos para nosotros, pero que obedecen a los diferentes mensajes que desean expresar.

 Así, las cigarras masculinas estridulan de manera diferente en función de si pretenden marcar territorio ante sus competidores, si desean atraer sexualmente a las hembras o si lo hacen en señal de alarma. Por eso, lo que para nosotros es una aburrida nota resulta en realidad un curioso modo de comunicación, a golpe de timbal.

La potencia del sonido que emiten los machos puede llegar a ser tan alta que, en condiciones favorables, las hembras llegan a oírlo hasta a más de un kilómetro de distancia. Pero no crean que todo el mérito es exclusivamente de ellos.

 Para que las hembras puedan escuchar el reclamo de su pretendiente a tan larga distancia, la evolución las ha dotado a ellas de un tímpano mucho más grande y sensible que el de los machos. Una curiosidad de la naturaleza que a más de un lector habrá sorprendido, pese a conocer (y soportar) la inconfundible estridulación de estos grandes insectos.