El Desierto de Sonora: una experiencia de otro planeta.
por Eugenia Mendez fuente: https://akampa.mx/
Dos noches pasmada por la magia de un cielo estrellado, y de fondo el sonido del desierto, tan callado, pero si escuchas con atención, tan lleno de vida.
Tres días de intensidad pura en el árido paisaje del desierto. Al apartarte de la sombra que te resguarda, te quema la piel el sol ardiente como bandera e insignia de la escena anunciando que has llegado al Gran Desierto de Altar.
Después de una travesía sin duchas, sin las comodidades de una almohada que no sea una chamarra improvisada, sin el teléfono vibrando, carreteras y madrugadas de pestañas pegadas, te empiezan a brillar los ojos. Ese momento donde recuerdas esas cosas que hacen que olvides que tienes un trabajo al cual asistir y mensajes a los que contestar y una sociedad a la cual responder. Estás ahí, totalmente en el momento. En medio de una convivencia entre la naturaleza y la gente con el mismo propósito que tú, reconectar con tus alrededores. Esa es la magia de acampar, lugares extraordinarios con personas extraordinarias. Elemetos que construyen esta experiencia transformadora que estás por vivir.
¿Cómo es acampar en el Desierto de Sonora?
Día 1: La Ruta de los Cráteres
El primer día siempre es muy especial. Todo mundo viene con un ánimo especialmente alto. Listos y emocionados por empezar la travesía. Las carreteras son largas, pero entre la música y los relatos de Miguel, nuestro guía, se pasa rápido. Puedes notar conforme pasa el tiempo que el paisaje afuera de le ventana va cambiando, cada vez, tomando una forma y unos colores más cálidos y desérticos.
Después de varias horas finalmente llegamos a la entrada de la Reserva del Pinacate. Entras por la terracería, y empiezas a ver un montón de cactus por todos lados. Cada vez más adentrándonos en el corazón de este mágico lugar.
La primer parada es el cráter El Elegante. Como bien describe su nombre, es un hueco masivo cortado tan perfecto que logras ver las capas de la tierra. Pareciera como si un platillo volador se hubiera estacionado y dejado atrás una huella perfecta. Aparte de ser imponente, definitivamente los detalles añaden a su gracia y las plantas que lo adornan, su elegancia.
El sol empieza a bajar y nos subimos una vez más a la camioneta para conocer el siguiente cráter, El Colorado. Efectivamente, en cuanto ves a lo lejos el cráter resalta una montaña de tonos naranjas entre la multitud de una paleta café. El lado del cráter se pinta de un naranja chillante cuando los rayos del atardecer están despidiéndose de las montañas. ¡Un momento bellísimo! y perfecta oportunidad para tomar unas fotografías del momento y dar ese primer respiro de aire fresco que reclama que ha llegado la noche.
Llegar al campamento es muy emocionante. Todo el equipo ya está montado y nos dividimos entre las tiendas de campaña. La cena deliciosa cocinada al fuego de la leña, las risas en la fogata, los bombones asados, y la guitarra hacen que la noche sea perfecta. Y ni se diga el cielo estrellado que parece una manta negra con brillantina. Pocas veces, se pueden ver así las estrellas.
Día 2: Las dunas del Gran Desierto de Altar
Después del desayuno, emprendemos camino hacia el museo Schuk Toak, que forma parte de la reserva. Un lugar totalmente autosustentable a la deriva del desierto. Ahí aprendes un poco más a fondo sobre la reserva, desde los animales que habitan en ella, las especies de plantas, la creación de los cráteres y los tipos de lava y piedras, entre otras cosas.
De ahí continuamos hacia la zona de dunas. Llegas a una explanada abierta rodeada de altas montañas, pareciera que llegaste a marte. De ahí te preparas para emprender la esperada caminata hacia las dunas del desierto. 5 km de caminata aproximadamente con una duración de 3 horas mas o menos. Al inicio la arena es baja y pasas por varias plantas chaparritas. Entre más caminas, las plantas se van volviendo más cortas, la arena más delgada y los colores más tenues.
Finalmente, a lo lejos ves un mar de arena, impactante y hermoso. Nos acercamos y caminamos sobre la espalda de las dunas dejando huellas como hormiguitas por toda la arena. Te quitas los zapatos y sientes la arena suave en los pies. El atardecer, de lo más espectacular que se ha visto en mundo. Los rayos del sol pintando todo de colores intensos, las dunas están en fuego y las montañas se pintan de rosas y rojos, la tierra parece que arde y el clima es fresco. Aquí comienzan los 30 minutos más representativos del viaje. Cualquier fotógrafo lloraría de alegría.
El campamento igual que la noche anterior es espectacular. Las noches aisladas con buena compañía, desconectados de la ciudad, pero más conectados que nunca con lo natural. Una experiencia única y especial.
Día 3: Petrograbados de Caborca
Pareciera que llevamos cruzando el desierto por más de 5 días. Todos en el grupo han creado una conexión increíble y hemos pasado a dejar los teléfonos en la maleta.
Tomamos rumbo hacia Caborca, donde se encuentran los petrograbados que dejaron las tribus nativas hace mucho tiempo. Aquí se encuentran las rocas más antiguas de latinoamérica. Miguel nos contó algunos datos muy interesantes sobre cómo llegaron ahí estas ilustraciones sagradas y la protección de esta área por parte de la gente local.
Finalmente, subimos a la camioneta para regresar a nuestro último destino, el aeropuerto. Aunque nadie quiere que acabe el viaje, los ánimos siguen arriba y empieza el intercambio de fotos y videos de lo vivido en la experiencia. Registros que todas y todos quieren atesorar antes de volar a casa.
Tiempo de decir adiós.
Al llegar al aeropuerto empiezan los adioses del gran equipo y staff que hizo este viaje posible. Intercambio de sonrisas, abrazos con el deseso y cariño de vernos pronto para vivir una aventura como esta.
Gracias a este viaje se incentivó a muchas personas para continuar con el cuidado de nuestras áreas naturales. No solo es un viaje increíble con lugares y paisajes excepcionales, sino que también es una forma de impulsar a los espacios naturales de México, a florecer de la forma más sustentable que hay…viviendo la magia de acampar.