Aurora boreal en la Laguna de Jökulsárlón (Islandia). Foto: iStock

evento carrington, la devastadora tormenta solar de 1859

13 de may. de 2024

el 28 de agosto de 1859 empezaron a verse auroras boreales. Este acontecimiento no tendría nada de extraordinario si hubiese sucedido, como es habitual, en latitudes polares, pero no fue así. De hecho, en los cielos de todo el planeta empezaron a verse auroras en zonas de latitud media, como Madrid o Roma, aunque también en Santiago de Chile, La Habana, Ciudad de Panamá, el norte de Colombia o incluso en Australia. ¿Qué estaba sucediendo?

Pocos días después, durante la mañana del 1 de septiembre de 1859, el astrónomo inglés Richard Carrington pudo ver una explosión de luz blanca en la superficie del Sol. Entonces apuntó su telescopio hacia el astro rey desde el jardín de su casa londinense para intentar estudiar las oscuras y extrañas manchas que recorrían su superficie. De repente, mientras observaba, Carrington vio dos enormes llamaradas de luz blanca que despidieron una energía equivalente a más diez mil millones de bombas atómicas. Cinco minutos después habían desaparecido, pero 17 horas más tarde los efectos de aquellas llamaradas se harían visibles en la Tierra provocando la tormenta solar más violenta registrada en nuestro planeta en los últimos 500 años. 

LA NOCHE SE CONVIRTIÓ EN DÍA

La gran eyección de masa coronal o llamarada solar del año 1859, conocida con el nombre de Evento Carrington, provocó el colapso de la tecnología disponible en aquel momento: las líneas telegráficas cayeron en todo el mundo, llegando incluso a quemarse en varias ocasiones, muchos operadores resultaron heridos e incluso se produjeron diversos incendios. La red de telégrafos se cayó durante 14 horas en toda Europa y en Estados Unidos, y, para sorpresa de todos, debido a la sobrecarga de electricidad en la atmósfera, los telégrafos enviaban mensajes de larga distancia sin la ayuda de las baterías.

La gran eyección de masa coronal o llamarada solar de 1859 provocó el colapso de la tecnología usada entonces.
Una erupción solar vista con luz ultravioleta producida el 30 de marzo de 2010. Se ha superpuesto una imagen de la Tierra para dar una idea de la magnitud de la erupción.
Una erupción solar vista con luz ultravioleta producida el 30 de marzo de 2010. Se ha superpuesto una imagen de la Tierra para dar una idea de la magnitud de la erupción.

El 28 de agosto y el 2 de septiembre de 1859 fueron los días en que se produjeron posiblemente las auroras boreales más intensas. "Ondas luminosas se acumularon en rápida sucesión hasta el cenit, algunas con un brillo suficiente para proyectar una sombra perceptible en el suelo", informó el Times de Londres el 6 de septiembre de 1859. La luz era tan intensa que los habitantes de Missouri podían incluso leer sin ayuda de luz eléctrica pasada la medianoche, según informó el periódico Weekly West. Incluso los mineros que buscaban oro en las Montañas Rocosas se despertaron, y, al ver la luz, pensando que había amanecido un día nublado, se levantaron, prepararon café, tocino y huevos a la una de la madrugada. 

AURORAS BOREALES INUSUALES

Como es sabido, las auroras boreales se producen normalmente cerca de los polos de la Tierra, sin embargo, durante el Evento Carrington también se vieron auroras en el hemisferio sur. Por ejemplo, en Moreton Bay, en Australia, "la mayoría de nuestros lectores vieron la semana pasada, durante tres noches, comenzando después de la puesta del Sol e iluminando los cielos con un hermoso tono rojo, la aurora del sur", informó el Moreton Bay Courier en su edición del 7 de septiembre de 1859. Pero ¿cómo era eso posible?

en 1859 también se vio una aurora en moreton bay, australia, como informó un periódico local el 7 de septiembre.
Ilustración que muestra el comportamiento de una tormenta solar.
Ilustración que muestra el comportamiento de una tormenta solar.

El Evento Carrington desencadenó una violenta tormenta geomagnética en la Tierra provocada por una eyección de masa coronal que arrasó el planeta con ráfagas de nubes de plasma sobrecalentado a gran velocidad. Cuando esos estallidos golpearon la magnetosfera (el escudo protector que protege nuestro planeta del viento solar) terrestre provocaron las auroras boreales que fueron visibles en todo el planeta. 

TORMENTAS DEVASTADORAS

Pero el Evento Carrington no ha sido la única tormenta solar de la que tenemos constancia en nuestro planeta, aunque sí la más potente registrada en los últimos 500 años. En realidad ha habido otras; algunas incluso más violentas. Al parecer, durante los años 774 y 775, bajo el reinado de Carlomagno, se produjo una eyección de masa coronal diez veces superior a la de 1859. De hecho, los estudios han podido constatar que este acontecimiento produjo un aumento de los depósitos de carbono 14 en los anillos de los árboles.

Ya en el siglo XX, en 1989, una tormenta mucho más débil dejó sin luz a la ciudad de Quebec durante nueve horas, y en 1998 otra tormenta inutilizó un satélite dejando fuera de servicio miles de cajeros automáticos en Estados Unidos. Asimismo, el 23 de julio de 2012 la Tierra se libró por muy poco del impacto de otra potente llamarada solar. "El proyectil procedente del Sol impactó en el lugar de la órbita en el que se encontraba la Tierra siete días antes", según ha explicado el físico Jorge Eiras, profesor de Física de la Universidad de Vigo. 

El 23 de julio de 2012 la Tierra se libró por muy poco del impacto de una potente llamarada solar.
La tecnología y las infraestructuras de la Tierra se verían seriamente afectadas por fenómenos de la magnitud del Evento Carrington.
La tecnología y las infraestructuras de la Tierra se verían seriamente afectadas por fenómenos de la magnitud del Evento Carrington.

Pero ahora, la pregunta que se hace la comunidad científica no es si va a volver a producirse una gran tormenta solar, sino cuándo. En la actualidad, nuestro planeta está rodeado de una enorme cantidad de satélites; además, miles de kilómetros de cables de fibra óptica y eléctricos dan la vuelta al mundo, y, por si fuera poco, en nuestros hogares tenemos todo tipo de dispositivos electrónicos. Por ello, la preocupación por las consecuencias de un acontecimiento de estas características sigue vigente entre los científicos.

Según una investigación llevada a cabo por tres matemáticos y un físico de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), el CRM (Centre de Recerca Matemàtica) y la BGSMath, las probabilidades de que se produzca una tormenta similar a la detectada por Carrington en las próximas décadas están entre el 0,46 y el 1,88 por ciento. No parece que tengamos que preocuparnos por ahora, pero, en caso de que sucediese, las consecuencias no serían las mismas que en el pasado. En 1859, la única infraestructura que quedó afectada fue la red global de telégrafos; en la actualidad, de producirse una tormenta parecida, los resultados serían mucho más catastróficos para un mundo absolutamente dependiente de la electricidad y la tecnología.