Faustino Félix Serna
Ha sido uno de los gobernadores más polémicos y con mayor rechazo al momento de ser declarado gobernador. Pero en el presente, su apellido sigue siendo sinónimo de autoridad y perteneció a una familia que ha logrado perpetuarse por cuatro generaciones en el mismo cargo. Faustino Félix Serna nació en Pitiquito el 14 de mayo de 1913. Su padre fue Faustino Félix Gastélum, quien fue diputado por Altar (1925) y alcalde de Cajeme en 1940 (primer Faustino Félix en la alcaldía de Cajeme, faltan tres). Faustino Félix Gastélum, fue el primero de cuatro hombres con el mismo primer nombre y primer apellido (así que pongan atención para no confundirse). La madre de Faustino Félix Serna era Elisa Serna, descendiente de Francisco Serna Salazar, militar quien combatió la intervención francesa y que fue gobernador en 1879.
Pero no se vayan con la finta, aunque su abuelo materno gobernó en el siglo XIX, los primeros años de vida de Faustino Félix Serna fueron años difíciles, pues creció en una familia de recursos limitados. No sabemos por qué la familia estaba en esta condición, aunque es muy posible que fuera la revolución iniciada en 1910, la cual trajo altas y bajas, guerra, balazos, fusilados, destrucción, robo, justicia social, etc., es decir, fue una sacudida a la sociedad. Por lo tanto, la familia de Faustino Félix Serna era una familia acomodada durante el siglo XIX, pero venida a menos durante los primeros años de la Revolución.
El punto es que Faustino Félix Serna no gozaba de privilegios. Prueba de ello es que tuvo que abandonar sus estudios en la Escuela Normal -quería ser maestro-, pues su padre le pidió que buscara empleo para ayudarlo con el sostenimiento de la familia (triste escena digna de una novela de Charles Dickens o de un episodio de la caricatura Remi). Total, el joven Faustino dejó la escuela y comenzó a trabajar. En la década de 1920 la situación de la familia comenzó a cambiar, pues fue cuando su padre fue electo diputado por Altar y se mudaron a Hermosillo. Esto ocurrió en 1925, años en los que el país aún no se recuperaba de los destrozos de la guerra, de hecho, tan sólo cuatro años después Hermosillo fue bombardeada.
Faustino Félix Serna tenía catorce años y trabajaba en un comercio. Su tiempo libre lo invertía al estudio de contabilidad y mecanografía. Tenía dieciocho años cuando fue contratado como cajero en un banco. Tres años después se inició en el negocio de los fletes, desde abajo, compró un camión y lo alquiló para transportar productos cultivados en el Valle del Yaqui. Gracias a la demanda de alimentos provocada por la Segunda Guerra Mundial, creció la actividad económica y productiva de Ciudad Obregón y Faustino Félix Serna se estableció en dicha ciudad, donde fundó el Sindicato de Fleteros del Valle del Yaqui, del cual fue líder hasta 1940. Durante su gestión en este sindicato, fue cuando se afilió al Partido de la Revolución Mexicana, todavía no se llamaba PRI.
También se asoció con empresarios agricultores, acción que le aseguró un futuro en la política, pues eran el grupo que dominó las decisiones del PRI por décadas, sobre todo en Cajeme. Ya era un empresario establecido (de aquí en adelante me referiré a él como Don Faustino), enriquecido a base de la siembra de algodón y fletes. Fue elegido como primer regidor de Cajeme en 1952, cuando el alcalde era Rodolfo Elías Calles, a quien sustituyó de manera interina. Así, al igual que su padre logró ser alcalde de Cajeme (dos y faltan dos).
Luis Encinas lo nombró jefe de campaña para las elecciones para gobernador de 1961. Ambos eran amigos desde la década de 1920, cuando estudiaron en la Escuela Normal (Encinas terminó sus estudios, Faustino no). El resultado fue una peleada precampaña entre tres aspirantes del PRI y Luis Encinas salió triunfador, lo que eventualmente lo colocó en el gobierno estatal. Faustino pertenecía al nuevo grupo en el poder, creció su red de relaciones públicas y se volvió amigo de líderes a nivel nacional. Volvió a ser alcalde de Cajeme, en esa ocasión como electo de 1961-1964. El siguiente trienio fue diputado por Hermosillo y al finalizar anunció su candidatura al gobierno estatal.
Su nominación como candidato en 1967, fue causa de protestas y descontento. El otro aspirante priista, Fausto Acosta Romo, lideró un movimiento que encontró refugio en la Universidad de Sonora. El rechazo a don Faustino fue tal, que tuvo que traer gente de Sinaloa para aparentar apoyo. Acosta Romo inició las protestas, pero se le salieron de control y el movimiento se transformó en reclamos contra todo el gobierno (no sólo contra la candidatura de don Faustino) y las exigencias se extendieron más allá de la cuestión electoral. Los búhos debieron haber pensado “si ya estamos protestando, vamos a aprovechar el raite” y el movimiento comenzó a reclamar justicia social, democracia, autonomía educativa, etc. Y el gobierno contestó con violencia, la Universidad de Sonora fue tomada y se utilizó al Batallón Olimpia para reprimir a los estudiantes, mismo que sería utilizado un año después en el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.
Las elecciones se efectuaron y don Faustino, como candidato del PRI, fue declarado ganador con 146,581 votos (así de poquitos eran en Sonora), contra su rival del PAN, Gilberto Suárez Arvizu, con 41,451. Cabe aclara que aunque el PRI volvió a ganar a nivel estatal, muchos sonorenses castigaron al partido al votar por el PAN, partido que ganó la alcaldía de Hermosillo y seis municipios más. Con aquello, Hermosillo pasó a ser la primera capital estatal ganada por el PAN, para que vean que en Sonora hay panismo desde mucho antes del 2009.
El inicio del gobierno de Faustino Félix Serna fue muy difícil. Sin embargo, cuando se apaciguó el fuego de los protestantes y se tranquilizaron las aguas, don Faustino comenzó a ganar aceptación poco a poco. Fue muy astuto y siguió el dicho de “si no puedes con ellos úneteles”, pues una de sus tácticas para tranquilizar el descontento fue repartir nombramientos entre líderes de distintos grupos. Por ejemplo, los maestros del SNTE tuvieron confrontaciones con don Faustino, pero las solucionó al nombrar director de General de Educación a uno de los líderes de la Sección 54 del SNTE, (es como si hoy el “Pato” de Lucas, actual secretario de Educación Pública en Sonora, fuera al mismo tiempo una de las figuras más respetadas en el SNTE). Y cabe aclarar que este líder sindical, no era un sindicalista charro o un vendido, todo lo contrario, era uno de los líderes más honestos que han tenido los maestros: el profesor José María Ruiz Vázquez.
Para mejorar la relación con la población de Hermosillo, que fue la que protagonizó las protestas, don Faustino nombró secretario de Gobierno a César A. Gándara, político priista de gran popularidad en la capital (padre de Ernesto Gándara conocido como “El Borrego”). Y para mejorar la relación con los políticos de izquierda, nombró director de Relaciones a Saturnino Saldivar, un cardenista que permanecía en el PRI y mantenía gran cercanía con los políticos del Partido Popular Socialista. Con este tipo de nombramientos y una actitud abierta al diálogo, don Faustino concilió a las distintas corrientes que protestaron contra su candidatura.
Ya que pertenecía a la camarilla de empresarios agricultores del sur de Sonora, su gobierno benefició al municipio de Cajeme. Por esos años, debido a que la mayor parte del producto interno bruto en Sonora lo aportaba el trabajo en el Valle del Yaqui, hubo quienes insinuaron cambiar la capital estatal a Ciudad Obregón, cuestión que muchos hermosillenses jamás perdonaron. Todo el estado se vio beneficiado en infraestructura urbana, un ejemplo fue la ley 57, promovida por Faustino, que extendió el límite del municipio de Hermosillo para abarcar a las invasiones a las orillas de la ciudad y así poder dotarlas de agua potable, drenaje, electricidad, etc. Una de esas invasiones es lo que hoy conocemos como la Colonia Ley 57 (rifa y controla). También mejoró las condiciones de los presos mediante los Centros de Readaptación Social (mejor conocidos como Ceresos).
A pesar de ser un priista de hueso colorado, don Faustino no era de esos “priistas que se disciplinan”. Esto quedó comprobado por su eterna rivalidad con el líder nacional de la CTM, Fidel Velázquez, así como por su negativa de apoyar la reforma a la constitución estatal, reforma promovida por el presidente Luis Echeverría para que Armando Biebrich pudiera ser gobernador. Después, durante las elecciones de 1979, cuando ya era exgobernador, don Faustino apoyó la candidatura para alcalde de Cajeme de Adalberto Rosas, candidato del PAN, quien derrotó en las votaciones a Francisco Obregón, candidato del PRI. Esta postura de don Faustino se debió a que desconfiaba de la familia Obregón por dos razones: eran socios de Carlos Hank González, político mexiquense de dudosa honestidad (quien por cierto fue líder del Grupo Atlacomulco, de donde salió EPN); y segundo, pensaba que las políticas de los Obregón desfavorecían a los campesinos.
Como en este último caso, Faustino siguió influyendo en la política como exgobernador. Por ello un grupo de priistas (entre ellos Beltrones y Colosio), buscaron su apoyo durante las elecciones estatales de 1985 para candidatear a Rodolfo Félix Valdés, a quien don Faustino apoyó a pesar de incomodarle el poco arraigo en Sonora del mencionado candidato.
Don Faustino no vivió lo suficiente para apoyar la candidatura de su hijo, Faustino Félix Escalante, quien fue alcalde de Cajeme en 1991-1993 (tres y falta uno), y mucho menos tuvo oportunidad de apoyar la candidatura de su nieto, Faustino Félix Chávez, quien gobierna el mismo municipio al momento que escribo estas palabras (cuatro de cuatro). Sería interesante saber si existe, en otra parte del vasto territorio mexicano, un cargo público en el que hayan gobernado cuatro generaciones de hombres de una misma familia, quienes además han llevado el mismo nombre. Parece que para los cajemenses es tradición votar por un Faustino Félix, algunos dicen que no hay quinto malo ¿Será?
Don Faustino vivió los últimos años de su vida en el Hotel Gándara, a donde acudían políticos de nuevas generaciones en busca su consejo y experiencia. Fue un hombre casado con el trabajo y de extrema firmeza en sus posturas, lo que en ocasiones lo hacía caer en la necedad. El cónsul estadunidense de Nogales lo definió como un político efectivo aunque impopular por su personalidad, pues era duro y tajante, pero de impecables modales. Era un devorador de libros, sobre todo de aquellos que trataran de su personaje favorito: Napoleón Bonaparte. Uno de sus colegas de partido, Alfonso Martínez Domínguez, lo definió como “un sabio pragmático de cortes y discontinuidades, fogueado y hecho a base de catorrazos”. Murió el 18 de abril de 1986 en la ciudad de Tucson. Tenía 73 años.