La era del desmantelamiento: Trump y sus políticas sin plan

Un día, el presidente Donald Trump impuso un régimen de aranceles punitivos contra Canadá y México. Al siguiente, congeló los aranceles a los automóviles durante un mes tras darse cuenta, como todos habían predicho, de que estos podrían devastar una industria emblemática de Estados Unidos.
La semana pasada, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky visitó el Despacho Oval para firmar un acuerdo sobre minerales de tierras raras, que Trump presentó como un triunfo para Estados Unidos. Sin embargo, Zelensky fue provocado por el vicepresidente JD Vance y expulsado de la Casa Blanca, dejando a los líderes europeos lidiando durante días con el desastre diplomático resultante.
Mientras tanto, Elon Musk ha emprendido una campaña implacable para recortar la burocracia, despidiendo empleados indiscriminadamente y desmantelando agencias gubernamentales, lo que ha sumido en la incertidumbre a ciudadanos e industrias que dependen de pagos gubernamentales, justo cuando la economía muestra signos de debilitamiento y es más vulnerable a tales golpes.
Inicialmente, la energía temprana de Trump en múltiples frentes parecía revitalizante: con su marcador Sharpie trazaba órdenes ejecutivas y disipaba la apatía que había caracterizado los últimos meses del gobierno de Joe Biden.
Sin embargo, seis semanas después, mientras Trump toma decisiones cruciales para desmantelar los acuerdos de seguridad nacional posteriores a la Guerra Fría, el sistema de libre comercio global y la maquinaria federal —todos elementos que ayudaron a convertir a Estados Unidos en una superpotencia—, una nueva realidad comienza a emerger:
No parece haber un plan.
Los esfuerzos desordenados de Trump por lograr la paz en Ucrania, revivir la industria pesada del Cinturón del Óxido con aranceles estilo siglo XIX y reducir el tamaño del gobierno son tan improvisados como su famosa “trama” (el nombre que le da a sus discursos espontáneos de campaña).