Los Comcáac

Etnias 21 de jul. de 2020

fuente: https://www.lutisuc.org/

Los Seri o Comcáac ocupan desde tiempos arcaicos la costa central de Sonora, la isla del Tiburón y otras islas como San Esteban. Actualmente están concentrados en dos ejidos: Punta Chueca, en el municipio de Hermosillo, y Desemboque, en el municipio de Pitiquito. Periódicamente, y de acuerdo a los ciclos de pesca, también radican en campos pesqueros como El Sargento, las Víboras, etc.

Su territorio comprende 210.000 hectáreas, 90.000 donadas por vía ejidal y 210 por vía comunal (Isla del Tiburón).

Es un pueblo que siempre ha vivido nómada, sin dejar registros de su historia, dedicándose desde antiguo a la pesca y recolección de semillas del desierto.

HISTORIA

Alvar Núñez de Vaca los encontró en 1536 y Fray Marcos de Niza, que venía a explorar por órdenes del virrey Don Antonio de Mendoza el territorio descrito por Cabeza de Vaca, comenta que llegaron a su encuentro unos indios que traían perlas de ostión y decían que habitaban en una gran isla a la que pasaban en balsas ( que probablemente fuera la Isla del Tiburón).

En 1540, el capitán Hernando de Alarcón se embarcó en Acapulco y fue siguiendo toda la costa y fue el primero que llamó Isla del Tiburón a esta isla, sin embargo no hace mención de los seris.

También en ese mismo año, Rodrigo de Maldonado, al servicio de Vásquez de Coronado, a la vuelta de una expedición para buscar buques perdidos, llevó consigo un indio tan alto que el español más alto le llegaba al pecho. Es muy probable que fuera un seri.

En septiembre el Capitán Melchor Díaz vuelve a referirse a esos indios gigantes que había descrito Maldonado y cuenta que eran muy hostiles. Coronado manda castigar la hostilidad de estos indios y acude una expedición al frente de Diego de Alcaraz, quien enfrenta a los seri y pierde 17 hombres que mueren a consecuencia de unas heridas leves de flechas. Estas flechas estaban envenenadas con ponzoñas de animal y eran los seri quienes usaban estos venenos a diferencia de los demás grupos que lo hacían con venenos de tipo vegetal. A partir de 1545 se pierden las referencias a este grupo.

En 1645. hay una referencia del padre Andrés Pérez Rivas: “se sabe que hay otra nación llamada Heris, que son muy salvajes, sin ciudades, que no tienen en su terreno ríos ni arroyos y que beben agua de pequeños charcos o de hoyos que hacen en la tierra; que sólo rara vez obtienen máiz de otras naciones a cambio de sal y pieles, pues viven de la caza, y los más cercanos a la costa, de la pesca. En el cercano mar hay una isla en la que viven otros indios de la misma nación. Su idioma es muy difícil”

En enero de 1700, el sargento Juan Bautista Escalante ejecuta a unos salineros seri que habían cometido robos y asesinatos en unos pueblos. Después se dirige a la costa en donde encontró una isla a la que huyen los indios dejando en la playa 8 de ellos que no pudieron huir en las balsas.
Esta fue la primera invasión armada al territorio seri y el principio de las guerras que desolaron la región.

En marzo de ese año vuelve a la costa Escalante y pasa a la Isla donde captura a todos los indios que encontró y ahorca a nueve como ejemplo para los demás.

Vienen después los esfuerzos de los jesuitas por convertirlos al catolicismo pero con nulo resultado; después llegaron los franciscanos y fue lo mismo, igual que siglos más tarde los grupos cristianos, los seri siempre han mantenido vivas sus costumbres y sus creencias. Algunos de esos misioneros murieron mártires en el intento de la evangelización.

Poco a poco, con el crecimiento de la población blanca y la persecución de que son objeto, los seri se van replegando. En 1772, el gobernador D. Juan de Pineda reúne entre los particulares fondos y establece el Pueblo de Seris junto con un santuario para tratar de catequizarles. Pero este poblado se mexicanizó pronto y no quedaron más que algunos indios aislados.

En 1803 el barón Von Humboldt llega a Sonora para levantar un mapa de la Isla del Tiburón, con lo que se despierta en Europa el interés científico por las tribus sonorenses.

En 1844 el gobernador D. Francisco Ponce de León organiza una expedición por mar y tierra para apresar a toda la tribu y traerla a vivir al Pueblo de Seris donde todavía quedaban algunas familias de aquella raza. Al mando del capitán Spence desembarcaron en la Isla del Tiburón y ese fue el primer destacamento militar en la Isla. Rodeó a la isla en nueve días quemando 64 jacales, 97 balsas y capturado a 104 indios con sus familias.

El 12 de septiembre entran triunfalmente en Hermosillo, los niños se distribuyen entre las familias de Hermosillo y se van acomodando los adultos en diferentes lugares. Pero esta situación duró poco ya que se van fugando los esclavos y las mujeres llevando a los niños, y vuelven a sus antiguas costumbres al llegar a sus territorios.

Mientras tanto la guerra seguía con los que no habían podido capturar, hasta que el ejército capitula con ellos, haciendo las paces y comprometiéndose a tratarles bien si se sometían al Gobierno. En este punto se puede decir que termina la Guerra del Seri.

De aquí sigue una historia con robos, persecuciones, ejecuciones, que dan un halo de misterio y ferocidad a la etnia seri, sin haberse sometido jamás al Gobierno, ni abrazado una nueva forma de vida o de fe que no fuera la suya. Actualmente pasan un periodo de reacomodo debido a la invasión de productos comestibles que les está afectando a la salud y de intereses económicos que, en cierta manera, están variando su forma tradicional de vida.

LENGUA

Forma parte de la familia Hokana, y en esta lengua se autodenominan Comcáac, es decir la gente, si bien son más conocidos por el nombre SERI, de origen cahíta, que significa “los que viven en la arena”.
Siguen usando su lengua, lo que constituye una de sus principales estrategias para la supervivencia y continuidad cultural, y la mayoría de ellos son bilingües, e incluso trilingües al hablar también el idioma inglés.

MITOS: Creación del Comcáac y Creación de la Tierra

Hace muchas lunas, demasiadas para poder recordarlas todas, el dios pelícano “TOSSNI”, creó en aquellos viejos años una isla a la cual le puso su nombre, tiempo después creó el mar, la isla Tiburón “taheöje” y por último a los Comcáac (la gente).

Los Comcáac abordaron sus canoas y se aventuraron hacia el mar en busca de su tierra, viajaron de isla en isla por mucho tiempo, hasta que llegaron a la isla del Tiburón frente a las costas de Sonora, ahí se establecieron por que ese era el territorio que Tossni les dio.

Hace muchos años sólo existía el mar, el cielo y muchas especies de animales marinos. Se reunieron todos los animales marinos para intentar llegar al fondo del mar y sacar un poco de arena para que pudiera existir la Tierra.

Uno por uno lo intentó, pero como el mar era muy profundo ninguno podía llegar. Después tocó el turno a la Caguama macho, uno de los animales más grandes que existían. Se lanzó para llegar al fondo y pasaron muchos días sin que saliera.

Todos los animales esperaban la salida de la caguama para saber si le pasaba lo mismo que a ellos, que no habían logrado llegar al fondo del mar.

Pasado un mes la caguama regresó, había llegado al fondo, agarró un puño de arena pero cuando salió sólo tenía arena en las uñas porque toda se le había caído. Es así como existió la Tierra.

ARTESANÍA

La artesanía a partir de los años sesenta constituye un importante ingreso a su economía familiar:

Figuras de Palo Fierro (olneya tésota): reproduciendo formas o imágenes simbólicas del mundo que les rodea tales como: toninas (delfines), caguamas (especie de tortuga marina), águilas, correcaminos, borrego cimarrón, jaibas, pescados y un sin fin de animales y objetos de su mundo cotidiano.

Figuras de piedra: reproduciendo las mismas figuras pero con una piedra que obtienen de sus cerros cercanos

Figuras de Palo Blanco

Cestería: Son famosas sus canastas o coritas, realizadas con ramas del arbusto torote prieto, con una serie de pasos y rituales para su elaboración, que la convierten en un objeto de arte vivo y donde se refleja su entorno, concepciones míticas y su extraordinaria habilidad como artesanos/as. El color café lo obtienen de la raíz de cosahui, el negro de la corteza del mezquite y el amarillo de flores del desierto (flores de Xomeete).

Los Comcáac también elaboran vistosos collares preparando y ensartando pacientemente conchas, semillas, vértebras de tiburón y de víbora, trozos de madera, y otros.

Muñecas de trapo con su vestido tradicional, caracterizadas por no tener caras ni cuerpo debajo de su vestido.

Reproducciones de útiles de su vida cotidiana: violines, sonajas, lanchas de carrizo, arco y flechas con nervios de venado y puntas de pedernal, etc.

Bolsitas de tela con medicinas para protección tanto personal como de viviendas.

FESTIVIDADES

Están relacionadas con el ciclo de la vida: nacimiento, inicio de la pubertad y la muerte. Sus canciones y relatos giran en torno al mar, los tiburones y los antiguos guerreros.

Ceremonia de la pubertad: es el más común de los ritos, que antiguamente que se efectuaba para ambos sexos. En la actualidad sólo se realiza para mujeres. La fiesta consiste en exponer a la mujer-luna en una casita de ocotillo; purificándole el cabello con agua de mar, y alegrando el evento con bailes de Pascola y juegos para hombres y mujeres

Año Nuevo Comcáac: Es costumbre también celebrar el año nuevo Comcáac cada luna nueva de julio. La forma como se confirma el calendario empírico es por medio de ciertos cambios en la vegetación, el clima y por la aparición de ciertas constelaciones. La fiesta se festeja igualmente con danzas de Pascola, juegos para hombres y para mujeres.

Fiesta de la Canasta: la celebración de la canasta grande se efectúa cuando una mujer Comcáac concluye el tejido de una canasta o corita de gran tamaño. La fiesta es organizada por su madrina y los juegos y danzas de Pascola son ejecutados por la gente de la comunidad. La fiesta culmina con el lanzamiento de regalos o bolo por parte de la tejedora.

Fiesta de la Caguama de los Siete filos

LA HERBOLARIA

En su concepción cosmogónica los Comcáac le atribuyen diversos significados al poder de las plantas; algunas alivian trastornos físicos, y otras han sido usadas para protegerlos de los malos deseos de la gente, como la envidia y también para la mala suerte, entre las plantas usadas para estos fines están: la salvia, jécot y el torote prieto. Hay además otras que sirven para protección de los elementos naturales como las “coronas de gallinita” y otras más que han sido alivio del hambre o la sed de los Comcáac en sus peregrinajes, como la choya, las tunas y frutos de las cactáceas, que poco a poco han caído en desuso.

VIVIENDA TRADICIONAL

Durante su vida nómada, el grupo Comcáac construía sus viviendas en forma provisoria. Sus chozas se agrupaban en pequeños núcleos, constituyendo el centro de sus actividades la pesca y caza; cuando se agotaban los recursos naturales del área cambiaban su lugar de residencia.

Las viviendas eran construidas informalmente y de manera colectiva, armaban un esqueleto de tres o cuatro arcos de ocotillo sin espinas, el cual cubrían con ramas y caparazones de tortuga. Otra forma de construirlas era a partir del centro de la pitahaya; cada palo se rajaba en dos partes y se acomodaba encontrado uno con otro, enjarrándose posteriormente con lodo. Estas viviendas sólo servían al grupo para protegerlo temporalmente de las inclemencias climáticas.
Actualmente comienzan a habitar en casas de materiales modernos (madera, block de cemento, lámina, etc,).

SALUD

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Los Comcáac presentan diversos problemas de salud, algunos provocados por el tipo de alimentación y el agua que consumen, otros por la práctica de la endogamia y otros más por la falta de higiene, el clima y el polvo. En el primer caso, su dieta actual genera problemas bucodentales por el frecuente consumo de refrescos embotellados y de agua con un alto contenido de flúor, además de malos hábitos de higiene. La desnutrición y las enfermedades gastrointestinales se presentan con mayor frecuencia en los niños de edad escolar.

Las cataratas, ceguera y la diabetes son otros de los problemas frecuentes entre los Comcáac; aparentemente debido a la consanguinidad.

Otro problema que se puede observar a simple vista es la resequedad de la piel, debida al contacto con el mar, la sal y las horas de exposición al sol necesarias en su actividad pesquera; manchas y granos infectados son consecuencia de la piel deshidratada, del polvo y de una higiene deficiente.

ALIMENTACIÓN Y ECONOMIA

La dieta de los Comcáac ha sufrido cambios a partir del abandono de la vida nómada. Anteriormente, su sobre vivencia de las condiciones favorables de la naturaleza; se alimentaban de peces, mariscos y caguamas, así como de liebres, conejos, venados bura, iguanas, etc., además de las semillas del desierto, entre los principales están la pitahaya agria y dulce, el sahuaro, sahueso o cordón, el fruto de la choya y las péchitas o vainas de mezquite, según la temporada. Todos estos alimentos eran consumidos durante el tiempo que permanecían en los distintos lugares, siendo obvio que no podían almacenarlos. Actualmente la vida sedentaria les ha permitido almacenar alimentos y algunas familias tienen aves de corral.

Los restos de los alimentos naturales que comían volvían a la tierra donde se integraban a la capa vegetal del desierto, actualmente esa misma costumbre hace que sus comunidades se vean sucias porque los restos que tiran al suelo ya no son biodegradables: plásticos, envolturas acrílicas, botes, latas, etc.

La pesca es la principal actividad económica de los Comcáac. Hoy en día se combinan el carácter doméstico y comercial para garantizar la reproducción social del grupo. Para trabajar en los campamentos pesqueros se requiere, además de la habilidad, determinadas artes de pesca como son: La lancha de fibra de vidrio con motor fuera de borda, el chinchorro o red de nylon, el patrón casero y equipo de buceo. También obtienen ingresos con los permisos para la cacería del borrego cimarrón.

ARTESANIA SERI  (COMCA’AC)

(Artículo publicado en la revista BLUE & BLACK por Inmaculada Puente A.)

Los seris o  comca’ac, un grupo indígena de pescadores, recolectores y artesanos, que todavía en la década de los 50’s vivían en estado nómada, aprovechando los ciclos del desierto de Sonora, habitan actualmente en dos localidades: Punta Chueca y Desemboque, a orillas del Mar de Cortés, a 28 y 91 kilómetros respectivamente de Bahía Kino, y frente a la Isla del tiburón, su isla sagrada.

Una de sus principales actividades es la elaboración de artesanía trabajada en madera de árbol Palo Fierro (Onleya tésota), con la que los hombres elaboran bellas formas relacionadas con la vida del desierto y del mar, pero principalmente acerca de la vida animal, a la que captan en su momento esencial, prescindiendo de los detalles secundarios.

La otra artesanía importante es la elaboración de cestería a partir de la madera de un arbusto considerado sagrado para ellos: el Torote Prieto (Jatropha cuneata) llamado haat en su lengua comca’ac. Cuando salen a cortar las ramas del haat, las mujeres se acompañan de sus hijos y maridos y eligen las mas adecuadas para su trabajo (de una longitud aproximada de 80 cms.), comprobando que la corteza se desprenda fácilmente lo que indica que la rama está en condiciones de ser trabajada. Una vez cortadas, se amarran y las mujeres las colocan sobre sus cabezas en un cayagual fabricado con ramitas de torote y envuelto en listones de colores; los hombres las cargan sobre sus hombros.

Una vez transportadas al hogar, se prende una hoguera para tatemar las ramas de torote, después se les quita la corteza y con los dientes se rasgan en tiras gruesas y delgadas. Las fibras gruesas servirán para tejer la parte interior y las delgadas para la parte exterior, pero antes de comenzar a tejer, la artesana tiñe las fibras en colores negro y café. Para obtener el color negro cuecen la goma y corteza del árbol mezquite o bien la mezcla del chamizo negro y raíz del mangle rojo, hervido con agua salada. Una vez lista la cocción, introduce las tiras cortadas del torote y las deja serenar para que adquieran el color más fuerte. El color café lo obtienen de la raíz del cosahui o heepol, machacada y cocida. Según prefiera un color más intenso o más claro, dejará más o menos tiempo el rollo del torote en el hervor del cosahui. El color negro lo obtienen del arbusto ataj ipol mezclado con cáscara de granada. A veces también utilizan el color amarillo de la flor de xomeete. Una vez teñidas las fibras de torote se remojan en agua de mar para darles una mayor flexibilidad, reafirmar el color y protegerlas contra la cría de termitas o cualquier otro animal.

Ha llegado el momento de comenzar el tejido. La temperatura elevada del desierto impide trabajar a horas de calor intenso y expuesta a los rayos del sol, por lo que la artesana suele elegir la madrugada y en un lugar sombreado y fresco para mantener la humedad de las tiras, porque si no las cuida se rompen con facilidad. Con un hueso de venado afilado en forma de punzón y la habilidad de sus manos, la artesana va dando forma al dibujo geométrico y figurativo (estrellas, mariposas, venados, víboras, etc.) que ha creado en su mente.

A las canastas pequeñas y planas, las mujeres comca’ac les llaman “coritas” y son las que usaban, hace pocos años, a manera de cunas para cargar a los niños sobre la cabeza, y “canastas de olla” a las que utilizaban como recipiente para almacenar agua, o bien como plato para guardar los frutos del desierto. Comienza el tejido con un nido en forma de cruz, que denominan coafliz, y lo continúan en forma de espiral, entreverando con las tiras de color natural de la planta, otras de color café, negro o amarillo, según el diseño.


Cuando teje, la artesana canta y reza para protegerla de los malos espíritus y de las envidias, evitando que el punzón rechine pues es signo de mala suerte para ella y su familia. Si este punzón-hueso de venado llegara a rechinar a la mitad del trabajo, la mujer comca’ac debe cortar el trabajo y realizar alguna ofrenda para que la canasta se contente y pueda seguir trabajándola hasta el final.

Para una persona que no conoce el trabajo y el grado de dificultad que hay detrás de una canasta o “corita” seri, el precio de su venta puede parecerle alto. Los que de verdad la aprecian en su justo valor saben que es mucho lo que una cestería de este tipo vale, además de que su diseño es altamente sofisticado reflejando la belleza austera y refinada del desierto. Cuando uno la admira en su casa, oficina, museo, etc., nunca se lamenta de haberla adquirido; es un objeto de arte vivo, cargado de canciones y oraciones, que encierra en sí la fuerza, la magia y la fuerte energía del desierto de Sonora.

Recopilación e investigación: Ma. Inmaculada Puente Andrés
Bibliografía: “Las razas indígenas de Sonora y la Guerra del Yaqui”. Fortunato Hernández. Talleres de la Casa Editorial J. de Elizalde. México 1902
“El Noroeste de México: sus culturas étnicas”, Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Folleto editado por la Dirección general de Culturas Populares, Unidad Regional Sonora. Ing. José r. Cáñez de la Fuente. 1997
Monografías de los pueblos indígenas de México. Seris. Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
Fotografías de Cayetano Lucero, Mario Sánchez Luna, Carmen López, Ana Municio, Inmaculada Puente.

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