Violencia en México rebasa los límites.

En México, la violencia ha alcanzado niveles alarmantes, dejando a su paso una estela de destrucción y dolor en comunidades enteras. Recientemente, el asesinato de un padre junto a sus dos hijos menores de edad ha conmocionado al país, recordándonos que estas atrocidades no son casos aislados. Son, más bien, parte de un ciclo de violencia que parece no tener fin. Ante esto, surge una pregunta: ¿se puede considerar terrorista a todo aquel que atente contra la vida de sus propios hermanos de patria?La definición de terrorismo en este contextoEl término "terrorismo" suele asociarse con grupos extremistas que buscan imponer ideologías políticas, religiosas o sociales mediante el uso de la violencia y el miedo. Sin embargo, en un contexto doméstico como el de México, la violencia perpetrada por grupos criminales también cumple con el objetivo de infundir terror en la población. Estos actos deshumanizan, destruyen el tejido social y generan un estado de miedo constante que paraliza a las comunidades.Cuando un grupo o individuo ataca a inocentes, como en el caso del asesinato de esta familia, no sólo está privando de la vida a seres humanos, sino también enviando un mensaje de impunidad y dominio. Este tipo de violencia, motivada por intereses económicos o territoriales, puede y debe ser equiparada al terrorismo, ya que busca controlar a través del miedo y la violencia indiscriminada.Un ciclo de violencia sin sentidoEl problema enraizado en México no solo radica en los cárteles o grupos armados, sino también en las profundas desigualdades sociales, la corrupción y la falta de oportunidades. Estas condiciones crean un terreno fértil para que el crimen organizado prospere y reclute a jóvenes sin esperanza. En medio de esta guerra, las víctimas son, en su mayoría, inocentes que se ven atrapados en una lucha que no eligieron.El asesinato de un padre y sus hijos representa mucho más que una pérdida individual. Es un símbolo del nivel de descomposición social al que hemos llegado. Estas tragedias, que deberían ser excepciones, se han convertido en una realidad cotidiana que no puede ni debe ser normalizada.En la región de Caborca, Sonora, se acaba de encontrar una fosa clandestina con 18 cadáveres contabilizados hasta la fecha. Este hallazgo alarmó profundamente a la comunidad, que vive en constante temor por la inseguridad. Sin embargo, el gobierno insiste en que los asesinatos y la violencia van a la baja, una afirmación que contrasta drásticamente con la cruda realidad que enfrentan muchas localidades del país.El papel de la sociedad y las autoridadesEn este panorama desolador, es crucial que la sociedad mexicana reflexione sobre su papel en la lucha contra la violencia. Si bien es fácil culpar exclusivamente al gobierno o a los grupos criminales, también debemos cuestionarnos sobre cómo hemos permitido que la deshumanización y la indiferencia dominen nuestras comunidades. Las autoridades, por su parte, tienen la responsabilidad urgente de actuar con firmeza y justicia, asegurando que estos crímenes no queden impunes.Es también vital que se generen oportunidades para los jóvenes, brindándoles alternativas reales a unirse a las filas del crimen organizado. La educación, el empleo digno y el fortalecimiento de los valores familiares y comunitarios son pilares indispensables para reconstruir el tejido social.A la población en general: No podemos permitir que el miedo y la desesperanza nos definan como sociedad. Cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar, ya sea exigiendo justicia, apoyando a las víctimas o inculcando valores de paz y respeto en las nuevas generaciones. No dejemos que los actos de unos pocos definan el destino de todo un país.El camino hacia un México en paz no será fácil ni rápido, pero es un camino que debemos recorrer juntos. Recordemos que la vida humana es sagrada y que protegerla es una responsabilidad compartida. No permitamos que el terror y la violencia sean el legado que dejamos a nuestros hijos. En cambio, luchemos por un país donde la justicia, la paz y la esperanza sean el verdadero legado para las futuras generaciones.