ACTUAR FRENTE AL CAMBIO CLIMÁTICO EN PRESENTE PARA ASEGURAR UN FUTURO A LA HUMANIDAD

Sociedad 2 de ago. de 2022

El mensaje del último informe mundial sobre el estado del cambio climático es claro: sus consecuencias ya están aquí y afectan principalmente a miles de millones de personas en las zonas más vulnerables del planeta. La parte positiva es que todavía hay margen de actuación, pero es imprescindible un esfuerzo colectivo global.

Fuente: https://www2.cruzroja.es/

Ha llegado el momento de dejar de hablar de los efectos del cambio climático en futuro lejano y comenzar a hacerlo en un presente tan actual como lo es su consecuencia más tangible: el agravamiento de las crisis humanitarias por el aumento de los fenómenos meteorológicos extremos que ya afectan a miles de millones de personas. Así lo confirma el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, según sus siglas en inglés), publicado el pasado 28 de febrero y en cuya elaboración han participado más de 200 científicos y científicas de todo el mundo, entre ellos, el director del Centro del Clima de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, el Dr. Maarten Van Aalst.

¿Qué es el IPCC y cuál es su labor?

Para entender la dimensión de este informe es importante conocer primero la relevancia del IPCC, una entidad creada en el año 1988 por el Programa de las Naciones Unidas y la Organización Meteorológica Mundial, considerada el principal órgano internacional en materia de cambio climático, hasta tal punto que fue galardonado con el premio Nobel de la Paz en 2007, junto al ex vicepresidente de los Estados Unidos y activista medioambiental Al Gore. Actualmente, el IPCC cuenta con el apoyo de 195 países miembros, así como con la colaboración voluntaria de miles de expertos y expertas.

En esencia, su labor se centra en evaluar estudios científicos, técnicos y socioeconómicos en materia de cambio climático producidos en todo el mundo con la intención de reunir y analizar toda la información existente para ponerla a disposición de organismos y gobiernos, por ser los encargados de la adopción e implantación de medidas concretas. El último de sus informes, Cambio Climático 2022: Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad, es de especial importancia porque analiza las consecuencias humanitarias, confirmando y cuantificando lo que la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja observa desde hace años: existe una crisis climática y sus efectos ya están aquí.

El impacto humanitario del cambio climático en cifras

El análisis del IPCC hace referencia a señales inequívocas, como el hecho de que en los últimos diez años un 85 por ciento de los desastres fueron causados por fenómenos extremos, como inundaciones, tormentas y olas de calor, según recoge el Informe Mundial sobre Desastres de la IFRC. Y cifra en 1.410 millones el número de personas afectadas, de las cuales más de 360.000 perdieron la vida.  Entre 3.300 y 3.600 millones de personas viven actualmente en contextos altamente vulnerables al cambio climático

Aunque si hay un dato que resulta especialmente preocupante es la constatación de que entre 3.300 y 3.600 millones de personas viven actualmente en contextos altamente vulnerables al cambio climático, situados en su gran mayoría en las zonas más pobres del mundo. Lugares que paradójicamente son los que menos han contribuido a este calentamiento, pero en los que la mortalidad humana por extremos meteorológicos fue 15 veces superior a lo largo de la última década. Y donde, por supuesto, también sufren los efectos que estos fenómenos tienen tanto en su salud física como mental.

Otra de las conclusiones más urgentes de este informe es el incremento de las desigualdades sociales y económicas que estas alteraciones en el clima están produciendo en territorios ya de por sí susceptibles, a las que se suman un aumento generalizado de los desplazamientos y de la inseguridad alimentaria, entre otras problemáticas.

La ventana de actuación se está cerrando

Pero el análisis del IPCC también lanza un mensaje de esperanza, al asegurar que todavía hay margen de actuación, aunque advierte de que la ventana para lograr un futuro habitable se está cerrando cada vez más rápido. “Este informe es una luz roja intermitente, una gran alarma”, asegura el coautor del mismo, el Dr. Maarten Van Aalst. “Los riesgos son tremendos y se están incrementando, pero el informe muestra que estamos a tiempo de hacer algo”.

La respuesta mundial ante la COVID-19 es la mejor prueba de que la acción conjunta de los gobiernos es clave y especialmente decisiva cuando de hacer frente a amenazas globales se trata. Un ejemplo, que extrapolado a la lucha contra el cambio climático, va más allá del esfuerzo colectivo necesario para lograr una urgente reducción de emisiones, por las consecuencias catastróficas que tendría superar la barrera del 1,5º C en términos de calentamiento global. También hace referencia a la necesaria anticipación ante posibles catástrofes y a la gestión de los riesgos actuales, especialmente en las comunidades más vulnerables a este recrudecimiento del clima.

No dejar a nadie atrás

En este sentido, el informe del IPCC reafirma una de las estrategias que Cruz Roja y la Media Luna Roja llevan tiempo defendiendo, un enfoque local que implique a organizaciones, gobiernos y empresas para que, con la financiación y el poder de decisión necesario, puedan desarrollar soluciones sostenibles que permitan tanto adelantarse a un potencial desastre climático como adaptarse a esta nueva realidad. “El IPCC deja muy claro que una de las necesidades esenciales para abordar esta amenaza que va en aumento es involucrar a todos los agentes, especialmente a comunidades e individuos a nivel local, para que sean capaces de gestionar sus propios riesgos”, explica Van Aalst. Una de las necesidades esenciales para abordar esta amenaza que va en aumento es involucrar a todos los agentes, especialmente a comunidades e individuos a nivel local

Porque la realidad es que responder ante un desastre es imprescindible para salvar vidas pero resulta claramente insuficiente, según sostiene el IPCC. Para ello, propone soluciones de adaptación a los cambios en el clima a todos los niveles, como los sistemas alimentarios resistentes, la planificación urbana sostenible o la inversión en infraestructuras y mecanismos de alerta temprana. También enfoques basados en la naturaleza y que pasan, por ejemplo, por la protección de bosques o la restauración de manglares, humedales y ríos, para favorecer la retención natural de agua.

Un aspecto en el que la cooperación internacional, en general, y la experiencia de organizaciones como Cruz Roja, con presencia permanente en las comunidades y un enfoque basado tanto en la rápida actuación ante desastres climáticos como en la prevención y adaptación a los riesgos, resulta y resultará fundamental.

Todo ello con el objetivo final de desarrollar la conocida como resiliencia climática o, en otras palabras, ese cambio global y a todos los niveles necesario para adaptarse a la nueva realidad climática sin dejar a nadie atrás. Lo cual, como reitera y concluye el informe del IPCC, solo es posible “cuando los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado toman decisiones inclusivas que priorizan la reducción de riesgos, la equidad y la justicia, y cuando los procesos de toma de decisiones, las finanzas y las acciones se integran en todos los niveles de gobernanza, áreas y momentos”. Mientras tanto, la cuenta atrás continua.

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