¿Cómo sería el planeta Tierra sin la Luna?
Nuestro planeta es único porque posee un satélite excepcionalmente grande: la Luna. De hecho, formamos un sistema planetario doble, algo absolutamente anómalo entre los planetas del Sistema Solar. Hasta su nacimiento fue anómalo: nuestro satélite nació cuando nuestro planeta estaba en su infancia y tras el impacto de un objeto mayor que Marte.
Si no hubiera Luna desaparecerían los eclipses y las noches serían mucho más oscuras. Las mareas también serían diferentes: de hecho, serían más pequeñas, alrededor de un tercio de lo que son ahora. Todo lo contrario a la época en que se formó la Luna: como se encontraba más cerca de la Tierra, ¡las mareas llegaban a los 9 metros!
Pero lo más interesante sería lo que sucedería a nuestro propio planeta. No somos conscientes del papel que desempeña nuestro ‘satélite’ en la estabilidad de los movimientos de la Tierra. Por un lado, la presencia de la Luna frena la rotación terrestre, aunque de un modo muy, muy pequeño: del orden de unos pocos microsegundos por año. Claro que al cabo de los 5000 millones de años que lleva nuestro planeta dando vueltas alrededor del Sol significa un buen pico. De hecho, sin Luna el día no duraría 24 horas sino ¡de 6 a 8 horas!
Y no solo eso. Sin ella la orientación del eje de la Tierra no se mantendría estable y experimentaría variaciones caóticas con el tiempo. Que estemos disfrutando de una sucesión regular de las estaciones durante millones de años es gracias a la Luna. Marte, por ejemplo, tiene dos lunas minúsculas y su eje de rotación ha cambiado 60º en los últimos 10 millones de años (en comparación, el eje terrestre oscila solo 1,5º cada 41000 años). Las consecuencias climatológicas de una variación caótica del eje de rotación harían muy difícil que la vida evolucionara como lo ha hecho en el planeta.
La desaparición de la Luna afectaría también a la vida en la Tierra, pues alteraría los ritmos biológicos de muchas especies animales y vegetales que se han adaptado y evolucionado bajo la presencia cíclica de la luz lunar. Muchas especies deberían adaptarse de forma súbita a la oscuridad total de las noches sin luna. Las condiciones de flujos y corrientes necesarias para que se desarrollara la vida en los océanos primitivos seguramente no se habrían dado y la desaparición de las mareas lunares afectaría a las especies adaptadas a los flujos y corrientes marinas, como las que viven en las costas a las que el flujo de las mareas provee de nutrientes, o las que habitan mares y océanos, habituadas a las actuales pautas de las corrientes marinas.
Los drásticos y globales cambios climáticos, debidos a la desaparición de las mareas y a la desestabilización del eje de rotación de la Tierra, serían los que producirían las consecuencias más terribles sobre la vida terrestre. Los ritmos vitales de todas las especies animales y vegetales se verían alterados por estos cambios climáticos: las migraciones, la época del celo, la hibernación, etc. El crecimiento de las plantas se vería también afectado por las variaciones térmicas extremas. Muchas especies serían incapaces de adaptarse, produciéndose extinciones masivas de plantas y animales.