Etnografía del pueblo yaqui de Sonora.
El territorio yaqui se sitúa frente al Mar de Cortés, en una zona árida y semiárida. Los ocho pueblos tradicionales son, de sur a norte: Loma de Guamúchil, Loma de Bácum, Tórim, Vicam, Pótam, Ráhum, Huirivis y Belem.
Del nombre
Los yaquis se identifican a sí mismos y a los mayos como yoremes, palabra que significa hombre o persona. La noción de yoris, hombres blancos, los distingue, a su vez, de los demás pueblos indígenas.
Localización
El pueblo yaqui ocupaba, tradicionalmente, una larga franja costera y de valle al sureste del actual estado de Sonora, que abarcaba desde la ribera sur del río Yaqui, hasta el cerro Tetakawi, al norte de la actual ciudad de Guaymas. Bajo el control de las misiones jesuitas, la población se concentró en ocho poblados situados de sur a norte a lo largo del Valle del Yaqui. El territorio tradicional ha sufrido importantes mermas, de tal manera que quedó, a partir de 1937, restringido al distrito de riego número 18. Los municipios en donde se ubica son: Guaymas, Bácum, Cajeme y Empalme. El conjunto del territorio comprende tres zonas diferenciadas: el área serrana -la sierra de Bacatete-; una zona costera, que abarca los poblados vecinos de Guásimas y Bahía de Lobos; y el valle, en donde se localizan las tierras irrigadas.
Los ocho pueblos tradicionales son, de sur a norte: Loma de Guamúchil, Loma de Bácum, Tórim, Vicam, Pótam, Ráhum, Huirivis y Belem. Vícam es considerado el centro político del grupo y lugar de encuentro de las autoridades tradicionales de los ocho pueblos. En los años veinte se fundó Vícam Estación, en el paso de la vía férrea.
En esta población habitan más yoris que yaquis y es el lugar de mercado y centro administrativo de las representaciones de los gobiernos estatal y federal de la zona.
Antecedentes históricos
Los yaquis se han caracterizado como un pueblo aguerrido en pro de la defensa de su territorio y el derecho a autogobernarse, lo cual los ha definido a través de las distintas etapas de conformación del país. Los primeros enfrentamientos con los españoles tuvieron lugar hasta 1607, en ellos salieron victoriosos los yaquis.
Hacia 1610 los yaquis aceptaron la presencia de dos misioneros jesuitas, con lo que dieron inicio las relaciones entre indios y conquistadores. Durante este periodo se llevó a cabo la concentración de los yaquis en los ocho pueblos tradicionales, con tal éxito, que esta organización territorial fue considerada sagrada, e imposible la reducción o aumento de otro pueblo cabecera. Bajo el régimen de las misiones y frente a las presiones que ejercían los blancos, quienes estaban decididos a apoderarse del territorio, en 1741 se produjo un levantamiento encabezado por Ignacio Muni, Calixto, Baltazar y Esteban, que terminó con la firma de un tratado en el que se reconoció el derecho de los yaquis a conservar sus costumbres y gobierno; la posesión total de sus tierras y el derecho a conservar sus armas.
Con la expulsión de los jesuitas en 1767 concluyó este periodo de relativa paz. Los franciscanos, que remplazaron a los jesuitas, no lograron mantener el control. En este periodo los yaquis empezaron a tener uno de los principales problemas que enfrentan hasta la fecha: el despojo de su territorio por parte de los colonos. En 1825 se iniciaron las rebeliones yaquis que marcaron desde entonces, y hasta 1936, la tónica de sus relaciones con los gobiernos de México. La primera de estas rebeliones fue encabezada por Juan Banderas (Ignacio Jusacamea), quien proclamó la independencia de la "Confederación India de Sonora", pero fue procesado en 1832 junto con los líderes ópatas y mayos de la Confederación. Otra importante insurrección tuvo lugar 27 años después, con la participación de los pimas y no fue sofocada sino hasta 1868, con el exterminio casi total de yaquis y mayos.
Las luchas guerrilleras se sucedieron una a otra con el cambio de distintos líderes que eran ejecutados por el ejército. Este periodo es conocido como las Guerras del Yaqui y constituyó para el grupo un proceso de merma demográfica, pérdida de su territorio y desajustes políticos. Durante el Porfiriato se intensificó la ofensiva y miles de yaquis fueron vendidos como esclavos y deportados a Yucatán y a Quintana Roo. Los que lograron huir se refugiaron en Arizona.
En el conflicto revolucionario hubo una importante participación yaqui, pues prometieron devolverles su territorio al final de la guerra. Obregón faltó a la promesa y se dieron nuevos levantamientos hasta 1929. Mediante los acuerdos establecidos con Lázaro Cárdenas en 1937, se les ratificó la posesión de 485 235 ha reconocidas como territorio exclusivo. Con estos acuerdos se perdieron dos poblados tradicionales, Cocoryt y Bácum; para reestablecer los ocho pueblos originales se fundaron Loma de Guamúchil y Loma de Bácum.
Con la construcción de la presa de la Angostura (1941) y la del Oviachic (1945), los yaquis perdieron el recurso indispensable del agua, por lo que tuvieron que migrar masivamente a los centros urbanos del estado; este problema se resolvió en parte con la construcción de canales.
El mejoramiento de las vías de comunicación, los créditos bancarios y las organizaciones ganaderas, han introducido poco a poco a los yaquis dentro de la sociedad nacional, en una relación de dependencia económica que contrasta con la autonomía política que han ganado hasta la fecha, pese a la continua presión que ejercen los productores no indígenas de la margen izquierda del río Yaqui.
Lengua
El sistema lingüístico cahíta se compone de tres dialectos: mayo, yaqui y tehueco, este último desaparecido. El cahita pertenece al grupo lingüístico yuto-azteca que abarca en la República Mexicana, el tarahumara, guarijío, pima, tepehuán, huichol, cora y nahua. Si bien la población yaqui es bilingüe, el idioma cahíta se habla como lengua materna en los ocho pueblos, rancherías y poblados, con préstamos del español y náhuatl.
Salud
Entre los yaquis aún coexisten las prácticas tradicionales y la medicina institucionalizada. La práctica del curanderismo se rige por un conjunto de creencias mágico-religiosas: Dios es la máxima divinidad del bien, de quien se recibe el don para curar, y que no puede ser empleado en favor de la propia descendencia. Por lo regular el oficio de curandero se hereda de uno de los padres o antepasados, quienes transmiten los conocimientos sobre las creencias, el manejo de la herbolaria, los tipos de enfermedad y los ritos curativos. Los yaquis consideran como enfermedad aquellos malestares que pueden ser ocasionados de una manera natural o sobrenatural y que alteran la salud de la persona. El dolor de muelas, de cabeza o riñón se curan mediante la extracción de un objeto extraño del cuerpo que puede ser una espina, un alambre de púas, hormigas o ciempiés. Las principales técnicas curativas son: limpias, preparación de infusiones medicinales y sobas.
Vivienda
La unidad básica de residencia es la vecindad, esto es, una agrupación de parientes que cohabitan en un conjunto delimitado de una o dos casas. Predomina el tipo de vivienda tradicional, que se compone de una o dos piezas que varían su función de acuerdo con la temporada del año. En verano los cuartos permanecen como bodegas y se duerme en catres bajo la enramada (cobertizo hecho de ramas); ahí se ubica la cocina que cuenta con el fogón, la mesa y estufa de gas; durante el invierno se convierten en dormitorios.
El material predominante para su construcción es el carrizo y el mezquite enjarrado con barro, tanto en muros como en techos, dejando uno de los muros sin enjarrar con el fin de lograr ventilación cruzada cerca de los espacios destinados a la preparación de los alimentos. La estructura es de horcones de mezquite plantados en el suelo, y ramas verticales y horizontales de este árbol sujetas con lazos. La mayoría de las casas yaquis tienen un patio adyacente para diferentes actividades, como la cría de animales, preparación de carne seca, cultivo de frutales y hortalizas, y el entretenimiento de los niños. Aunque existen habitaciones construidas con materiales modernos, éstas no son adecuadas para las condiciones climatológicas de la región.
Artesanías
La principal actividad artesanal es la manufactura de la parafernalia ceremonial, sin fines comerciales. Los danzantes hacen máscaras talladas en madera, collares de conchas y piedras marinas y cinturones con pezuñas de venado. Los músicos fabrican sus tambores y flautas. Algunas familias manufacturan petates, canastas y coronas de carrizo; platos y tazas de barro que utilizan para las fiestas y después destruyen. También confeccionan faldillas, blusas, manteles, servilletas y mantos. Entre los pocos productos artesanales que se comercializa destacan las muñecas de trapo, que elaboran las mujeres.
Territorio, ecología y reproducción social
El territorio yaqui se sitúa frente al Mar de Cortés, en una zona árida y semiárida. La composición de los suelos es arenoso-arcilloso y arenoso-humífero con temperaturas que oscilan entre los 0 y los 47°C. La flora es de cactáceas, mezquite, álamo y carrizo; integran la fauna especies como el conejo, el venado, el coyote, la zorra, el tigrillo, el jabalí, la víbora, el alacrán, y el lobo marino en las costas. En el mar hay ostras, camarón y diversos peces.
La actividad fundamental de la economía yaqui sigue siendo la agricultura comercial: trigo y algodón. Con la modernización de la explotación agrícola, los yaquis se emplearon en un primer momento como jornaleros de propietarios privados o de instituciones crediticias oficiales. Desde 1935 en que se formó la Comisión de Irrigación de El Yaqui, que limpió el canal, la lucha por el agua no ha cesado. Dos años después se comenzó la construcción de la presa de la Angostura con el propósito de controlar la irrigación de la tierra yaqui, derecho que dependía de la medida en que fueran abriendo al cultivo las tierras de su propiedad.
En 1940 se creó el distrito de riego número 18 que se supuso contaría con el agua suficiente para irrigar los cultivos. En la década de los cincuenta se agrupó a los agricultores de subsistencia en sociedades crediticias de aproximadamente 30 individuos y se hizo obligatorio sembrar trigo y algodón en las parcelas comunes irrigadas.
A principios de los setenta era posible observar estratos económicos diferenciados dentro de las comunidades. Por un lado, había un grupo de prósperos agricultores yaquis en posesión de los terrenos rentando parcelas, poseían maquinaria y contrataban peones; por otra parte, el resto de los yaquis, que de hecho constituían la mayoría, ocupaban una posición económica marginal.
En la década de los ochenta el problema siguió siendo el agua, ya que por no poder aprovechar el río, que consideran legítimamente como suyo, sólo podían sembrar en el ciclo primavera-verano 3 000 ha, cifra que aumentó a 5 100 en 1979.
En 1958 se inició una cooperativa pesquera promovida por el gobierno, con 150 socios de Pótam y Belem que se trasladaron al nuevo pueblo de Guásimas. Hoy día los pescadores yaquis están organizados en grupos de trabajo de 15 hombres que dependen del consejo de la administración cooperativa.
La ganadería ha pasado a ser una de las mejores posibilidades de la economía yaqui. Actualmente, el ganado dispone de un área de pastizal de por lo menos 15 000 ha, y hay una docena de sociedades ganaderas en la sierra. Otras actividades remuneradas y complementarias son el corte de madera, mezquite y carrizo para lo que sólo se necesita el permiso de las autoridades tradicionales. En las costas yaquis se trabajan las grandes salinas.
La migración se da en dos niveles: muchos yoremes se van de braceros a Estados Unidos durante las épocas de cosecha o siembra, pero siempre vuelven a su territorio. La migración interna es durante la temporada de zafra del camarón entre agosto y octubre hacia la Bahía de Lobos y Guásimas.
Organización social
La tribu se organiza alrededor de los ocho pueblos tradicionales. Cada uno representa una unidad política, militar, religiosa y ritual. Vícam es la cabecera de la tribu.
Existen cinco grupos que conforman la organización político-religiosa, compuesta en primer término por un grupo de autoridades civiles y complementada por la representación del Consejo de Ancianos, a través del Pueblo Mayor.
Lo que originalmente fue un ejército de reserva, en la actualidad constituye la autoridad militar, cuyas funciones son más ceremoniales que guerreras, con cargos jerárquicos como el de capitán, teniente, sargento, cabo, soldado, banteo o alpes y tambaleo.
Los responsables del cumplimiento del ciclo ritual son los fiesteros. Éste se compone de ocho hombres y ocho mujeres que duran en el cargo un año. El "grupo de la Iglesia" o autoridad religiosa es el depositario del conocimiento de la liturgia y el ritual. Todos los miembros de esta cofradía están bajo manda y ocupan un lugar dentro de la jerarquía, cuya máxima autoridad recae en el maestro litúrgico, quien es ofrecido en manda desde niño por sus padres.
La cofradía de los Matachines está formada por dos grupos de hombres, los caballeros y los fariseos, quienes ejercen su autoridad durante la celebración de la Semana Santa.
Cosmogonía y religión
La religión yaqui se presenta, a raíz de la conquista, como un complejo que yuxtapone creencias y prácticas nativas con las católicas, sin que haya contradicción entre ellas o supeditación de una sobre otra. Así, encontramos la sobreposición de identidad entre la Virgen María con ltom Aye (nuestra madre), Jesucristo con Itom Achai (nuestro padre) y la preeminencia de otras figuras como la Virgen de Guadalupe, San José, la Santísima Trinidad y los santos patronos de cada pueblo.
Grupos protestantes y testigos de Jehová cuentan con adeptos entre la población yori, mientras que hay muy poca penetración en la población yoreme.
El mito fundador del árbol o vara parlante se refiere a un tiempo anterior a la llegada de los españoles, en que se buscó un intérprete que entendiera el sonido del árbol o vara parlante, función que ahora desempeña una mujer. El relato describe la separación entre los bautizados que aceptaron el catolicismo en el siglo XVII, los que se rehusaron a ser bautizados (surem), y quienes huyeron para preservar la yoania, relación aborigen con el mundo. Jesús aparece en la mitología como héroe cultural yaqui que funda las danzas de pascola, venado y coyote y la Virgen María funda la danza de los matachines, la cual, más que una danza es una oración para la obtención de indulgencia. Las danzas, representadas para distintas fiestas, llevan en su interior asociaciones y símbolos que plasman la particular interpretación que los yaquis otorgan a las creencias católicas.
Fiestas
El ciclo ritual yaqui sigue por lo general el calendario litúrgico católico, pero distingue claramente dos periodos, el primero sacrificial, en cuaresma y el resto del año todos los ritos de paso que están prohibidos en esa fecha. Los rituales tienen carácter de marcadores estacionales, que señalan las distintas etapas del ciclo agrícola.
Relaciones con otros pueblos
En la región yaqui interactúan yoremes y yoris (blancos). La autonomía política y persistencia cultural de los yaquis contrasta con su dependencia económica de la sociedad nacional. Su autonomía los convierte en un pueblo organizado corporativamente con lo que tienen mayor capacidad para adquirir recursos, ya que pueden expresar demandas unificadas. Según los especialistas, uno de los elementos que marca la frontera entre yaquis y mexicanos, además de su adscripción a la tribu es la persistencia del ritual que crea y recrea la identidad yaqui.